Una ciudad desconocida para ambos, y que en un principio no estaba en nuestro recorrido, pero cuando mi costillo (el Sr. Pérez) andaba planificando la ruta y los kilómetros, yo le solté que ya puestos quería pasar un par de días en Burdeos. No sé si os pasa, pero a mí me ocurre a menudo, que cuando planificamos un viaje en coche, y sobre todo cuando este supera los 1000 km., yo siempre salto con eso de "ya puestos, nos podíamos acercar a Burdeos (en este caso) que no queda tan lejos". A mi costillo a veces lo saco un poco de quicio, porque me ocurre en cada viaje, y no tengo medida.
Burdeos, centro histórico |
Nosotros habíamos elegido un hotel (Campanille Première Classe) a las afueras, próximo al aeropuerto, concretamente en Merignac, por dos motivos: su buena relación calidad-precio y por poder dejar el coche en el parking gratuito y poder disfrutar de la ciudad a pie y en el transporte público, sin tener que ocuparnos de aparcar el coche. Una opción que resultó ser muy recomendable, ya que teníamos la parada de metro muy cerca, dejábamos allí el coche y listos para disfrutar de la ciudad.
No quiero extenderme demasiado, aunque Burdeos nos encantó, sobre todo a mí que soy más urbanita, el costillo se decanta más por lo rural y los pueblos. Con tal objetivo (el de no extenderme mucho) voy a intentar reflejar aquí lo que en un email he enviado a unas compañeras que en la próxima semana visitarán esta ciudad.
Burdeos y su "miroir d'eau" |
Me ha parecido una ciudad preciosa para pasear por sus calles, de hecho, eso fue lo que hicimos, no entramos en museos, salvo en una iglesia por la que pasa el Camino de Santiago, la de St. Pierre. Con la suerte además de que el domingo a mediodía pudimos disfrutar de un mercadillo con productos locales a orillas del Garona. Allí compramos un pan delicioso, un paté, unos quesos y una buena botella de vino tinto, nos sentamos en una mesa con una buena sombrilla, rodeados de bordeleses y pasamos una jornada bastante agradable. Antes habíamos degustado unas otras buenísimas con un vino blanco en otra parte del mercado, como aperitivo. Unas ostras de Cap-Ferret que nos supieron a gloria, y a mar, por supuesto.
Pequeños placeres |
Otro gran atractivo, sobre todo en días de calor (como fue nuestro caso) es su gran espejo de agua, el más grande del mundo (con unos 3500 metros cuadrados), frente a la Place de la Bourse, bordeado por el Garona a un lado y las fachadas del siglo XVIII del otro, a nosotros nos encantó, y nos pareció una idea estupenda. Nos hicimos fotos, e incluso algún vídeo que enviamos a los amigos, y que me da cierto reparo subir aquí. Aunque creo que si pincháis aquí, se puede ver parte de uno.
Un lugar que os recomiendo para comer, encarecidamente es L'Entrecôte, nosotros probamos en Toulouse, pero en Burdeos también hay, fuimos por recomendación de un amigo de Estepona y nos encantó, pero de ese lugar ya os hablo mejor cuando toque el turno a Toulouse.
Próximo a Burdeos o en sus alrededores os recomiendo visitar Arcachon, con playas fabulosas, buen ambiente, y la duna más alta de Europa, la de Pilat. Muchas opciones para elegir a la hora de comer o cenar (mejillones con patatas fritas, crêpes, ostras de Cap-Ferret, patés, quesos, pizzas, helados...). Nosotros elegimos para cenar una crêperie, concretamente Ty-coz, buena comida, buenos precios, y muy recomendada y recomendable.
Playa, Arcachon |
Y por último, Moissac, que nos encantó, aunque pilla ya un poco más lejos, a una hora y 45 minutos, si bien nosotros lo visitamos en nuestra ruta de camino hacia Toulouse. No se puede estar por la zona y no visitarlo. No estaba en nuestros planes, pero en cuanto cogí el mapa de carreteras como copiloto y vi las indicaciones, dije "tenemos que ir a Moissac" y así fue, allí se encuentra el monasterio de Saint Pierre de Moissac, una joya del románico con uno de los tímpanos más conocidos de este movimiento artístico. Al menos yo, no podía haberlo visto tantas veces en los libros y pasar por allí sin más. Así que nos plantamos en el lugar, que es de una belleza singular. Mereció la pena sin duda, por el pueblecito en sí y por el monasterio que es una maravilla.
Claustro y tímpano, St. Pierre de Moissac |
En Moissac compré unos jabones estupendos para regalar y quedarme con alguno, en una tiendecita de productos de cuidado personal y belleza típicos de la zona, regentada por un simpático señor con quien estuvimos conversando un buen rato sobre las bellezas del sur de Francia y del sur de España, principalmente.
Y para comer, en este caso también fuimos afortunados con nuestra elección, comimos un menú en un restaurante muy bonito, en la plaza, a escaso 100 metros de la portada de Saint Pierre, llamado "Le Flore", con un servicio estupendo y amable y una comidad deliciosa por muy buen precio y en un patio estupendo.
Creo que no me dejo mucho en el tintero, solo deciros, que Burdeos es una ciudad que nos sorprendió muy gratamente, y que si tenéis ocasión no dejéis de visitarla. Es de las que me apunto para volver. Además mi costillo, poco asiduo a visitar tiendas y grandes almacenes, hizo una compra de 10, y encontró una maletín mochila apañadísimo que fue luego bastante alabado en otros lugares de Francia y que le será muy útil el próximo curso.
Me ha matado esa barbaridad en nombre del progreso. Por lo demás, una ciudad encantadora por lo que leo. :-)
ResponderEliminarEn Burdeos estuve con mi madre hace más de veinte años, otra de las cosas que tengo pendientes. De hecho, de Francia, recientemente (véase hace 5 años o así) sólo he estado en París. Y parece mentira que tengamos el país ahí al lado.
ResponderEliminarQué genial ese miroir d'eau. Ya vi el video, me troncho con tu comentario de los hongos jajajajajaaaa
ResponderEliminarJa ja ja, lo de los hongos, pues anda que si cuelgo el vídeo que envié a mis amigos, jaja, yo reivindicando un miroir d'eau como ese para Sevilla, con la calor que hace. Un beso.
Eliminary los canelés? por qué no hay canelés? ><
ResponderEliminarCuánta razón, debí al menos hablar de ellos, je je, aunque nos lo probé, la culpa es de mi intolerancia a la lactosa, y en esos días ya me pasé con queso y helados (y pastillita al canto), y preferí renunciar a los pasteles, que yo soy más de caprichos salados.
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