Y es que esta última semana me he quejado un poco sin serias razones de peso, que si el fin de curso, el estrés, el cansancio, sí, incluso me he quejado del viento y del mal tiempo. Y ayer una pequeña chispa me hizo saltar y provocó en mí un estado de ánimo que no me gusta nada, de tristeza, incluso de rabia.
![]() | |
A estas alturas del curso yo soy el de la derecha |
Quizás es algo muy personal para compartirlo aquí, pero me apetecía a raíz de estas reflexiones. Ayer llegando a casa tempranito del trabajo después de haber hecho algunas gestiones en la calle, me dirigía camino al portal de mi casa y nos encontramos a la señora que suele traernos el correo. Nos saludó y le dijo a mi costillo que había estado en casa y que le había sorprendido que no estuviera, porque otras mañanas está (añadió), en esas le dijo que le había dejado un aviso pero que aprovechando que lo veía en la calle se lo daba directamente y que rompiera el aviso. En esas estábamos cuando me dirigió una mirada a mí, luego se centró en mi barriga y me soltó: "anda, que estás esperando, como yo...". Yo no tardé en sacarla de su error, y le dije que no, que no estaba esperando nada. Y ella (que no me conoce de nada) empezó a narrarme que ella sí estaba embarazada, de muy poquito, que aún no sabía qué era, los cambios que había supuesto en su trabajo, etc., etc...
Hasta ahí, pudiera parecer un comentario sin importancia, pero provocó en mí un malestar tremendo.
Primero: porque yo, que tengo una constitución normal, ni muy flaca ni sobrada en kilos, sí que tengo tendencia a acumular los que me sobran en la tripilla, eso durante algún tiempo en que sí tuve más kilillos de más, provocó a veces ese mismo malentendido, y en ocasiones algunas personas me hacían esa misma pregunta. Pero es algo que ahora tenía bastante superado, encontrándome bien conmigo misma, aunque con ganas de perder unos 3 ó 4 kilitos, pero sin que me preocupase en exceso. Así que yo lo tomé como que esa señora me estaba llamanda gorda o sobradita de peso.
Segundo: Y esto fue lo que más me dolió. En diciembre sufrí una pérdida gestacional, vamos, que estaba embarazada y lo perdí, el mismo día que acudí a realizarme la primera prueba de O'Sullivan para la diabetes gestacional, salí de la clínica, me fui a desayunar, noté una manchita de flujo que no me parecía normal y lo que viene después fue una pesadilla. Una pesadilla, que ahora, cinco meses después creía tener más o menos superada. Desde marzo estamos de nuevo en el intento, con buen ánimo e intentado que la pérdida no empañe la ilusión por volver a intentarlo. Y aunque son sólo tres meses de búsqueda, cada vez que llegan esos días en que la roja hace su aparición, yo no puedo evitar venirme un poco abajo. Sé que mucha gente piensa que exagero con esto, pero hay que vivirlo para entenderlo (y lo sé porque hay quien me lo ha dicho, las cosas que he oído al respecto darían no para un post, sino para una serie interminable, pero no me voy a hacer mala sangre).
En fin, que los comentarios de esta señora me hiceron daño en ambos sentidos. Mi primera reacción cuando ya entraba en casa fue "ponerla verde" porque no me parece normal que alguien que no me conoce de nada me haga esas preguntas, me pareció indiscreta. Y encima y de rebote me enfadé con mi pareja que sólo pretendía animarme y hacerme ver las cosas de otra manera.
Luego en frío, y más calmada, si me pongo a pensarlo, fue una reacción totalmente desproporcianada, y un comentario que no duraría más de dos minutos me "amargó" el resto de la tarde (sumado al casancio de toda la semana y otros factores). Y aunque en principio culpé de ello a esta señora, en realidad la culpa de mi estado de ánimo fue solamente mía, porque hice una montaña de un grano de arena. Pero sobre todo y principalmente porque yo no puedo cambiar lo que va a sucederme, o lo que otras personas me van a decir, pero lo que sí está en mi mano es controlar mis emociones y mis reacciones, y sobre todo, una vez que éstas se producen y sobre todo sin son negativas no alimentarlas. Intentar que este tipo de comentarios me entren por una oreja y me salgan por la otra, más aún cuando vienen de gente que ni conozco ni me importan lo más mínimo.
Y efectivamente como bien dice Eva en su reflexión final, que me parece muy acertada, no existen días buenos o malos, existen formas diferentes de tomarnos las cosas, y si nosotros ponemos de nuestra parte el optimismo, salimos de casa con carga positiva y nos motivamos para "comernos el día" seguro que las cosas son de otra manera. Y como dice Elsa Punset en su libro "Una mochila para el universo" una emoción negativa se supera con otra emoción igual de intensa y de signo contrario. ¡Busca pues activamente estas emociones positivas!
Busquemos pues emociones positivas y disfrutemos del fin de semana.