Como me gustó este desayuno-merienda virtual con vosotros, vuelvo a contaros algunas cosillas.
En qué ocupo estos días, pues sobre todo en lecturas, muchas y buenas, y en esta semana he disfrutado de tres lecturas maravillosas, es la primera vez que leo a Javier Cercas, empecé por Soldados de Salamina (regalo de mi amiga Merche) y he continuado con El monarca de las sombras (préstamos de mi amiga Eva), y ambas lecturas, sobre nuestra guerra civil, me han removido muchas cosas. Y justo ayer, cambié de tercio y volví a Alejandro Palomas, leyendo Un hijo, una lectura tierna donde las hayas y llena de sensibilidad, para mi gusto, no está a la altura de Una madre, y a veces es bastante previsible, me recuerda en exceso a otra lectura que leí hace mucho, El curioso incidente del perro a media noche, pero aún con todos estos contras, la ternura y emotividad de la historia, y la narrativa del autor lo compensan con creces, muy recomendable, además se lee en poco tiempo.
La tele en esta casa se ve poco, o más bien el Netflix, aunque eso sí, me pego maratones de RuPaul's Drag Race, aunque ya voy por la séptima temporada y dosifico, porque qué haré cuándo se termine. Se admiten recomendaciones. También seguí esta semana con un episodio de Black Mirror, esto también los dosifico pero por motivos totalmente distintos, cada vez que el costillo y yo vemos un capítulo nos resulta tan sumamente desconcertante y pertubador que tardamos la tira en volver a tener ganas de otro (esta semana le tocó el turno a Oso Blanco, de la temporada 2), y anoche vimos una película maravillosa, por recomendación de mi vecina que pasó a hacerme una visita, Figuras Ocultas, si no la habéis visto ya estáis tardando, si dejamos atrás que es cine americano (y hay mucha americanda, of course) la película me pareció maravillosa, narra las dificultades de tres mujeres afroamericanas en la década de los 60 y en plena guerra de las galaxias con los rusos, trabajan para la Nasa y están sobradamente preparadas, pero cuentan con dos grandes dificultades, ser negras y ser mujeres. Está basada en una historia real y a mí me ha gustado mucho conocer esta historia, sobre la que ya ando indagando un poco más. Todo esto lo estoy viendo en inglés subtitulado, a ver si así mi oído y yo nos vamos haciendo al idioma.
Y dos experimentos culinarios de esta semana: hice Ghee en la olla lenta y yogures con leche fresca y yogurt griego en una yogurtera de los 80. Como dice el costillo, resulta que el viernes cogí un taxi y resultó ser un Delorean, así que el sábado aparecí en los 80 haciendo yogures en una Moulinex de la época, que econtré por Wallapop y quien la tenía a la venta era mi vecino, en fin, que al final hemos hecho un trueque y ambos estamos contentos, jaja.
Ojalá os llegase el olor (Ghee) |
En cuanto a los yogures, yo ya los hacía con leche y yogurt de soja también en la olla lenta, pero en la yogurtera es más fácil y el resultado mola más, sobre todo porque quedan en sus tarritos individuales. Lo que no sé es dónde voy a hacer más sitio en mi minicocina para tanto aparatejo.
También traté de hacer una tarta vegana de tres chocolates, básicamente veganizar la que se hace con la Thermo, que ya había hecho en otras ocasiones y sale superbien, así que la próxima vez que se me antoje me tomaré un suplemento de lactasa y la haré de esa forma. Porque busqué una receta en un blog de cocina, invertí tiempo y dinero (en los ingredientes) y el resultado fue desastroso, no había forma de que cuajaran ni la capa de chocolate blanco (vegano) ni la de chocolate con leche de arroz. Cuando fui a la tienda que suelo ir por estos ingredientes, la chica que es majísima me preguntó si la receta la encontré en un blog de los que testan las recetas o de los que se dedican a copiarlas y cambiarle 4 ingredientes para veganizarlas, pues bien, visto lo visto, acertó con la segunda opción. Eso sí, como aquí no se tira nada, el contenido de la tarta (imposible de desmoldar) lo metí en unos vasitos y tenemos una mousse de chocolate de aspecto raro pero de sabor bueno.
Y por último, voy a hacer un poco de publi, por cuenta propia, y es que Lucía Be ha sacado a la venta estos pendientes, que a mí, que detesto los corazones (aunque adoro el amarillo), no es que me encanten, pero tienen una historia tan bonita detrás y el beneficio va para tan buena causa, que ya los veo hasta como mis pendientes del verano. Así que os animo, al menos, a que le echéis un vistazo. Me alegra comprobar que están agotados, pero los repondran.
Y eso es todo por hoy, para no saturaros, no sea que no queráis volver a merendar conmigo (porque a estas horas ya en que os escribo, seguro que tocará merienda).