jueves, 29 de diciembre de 2016

ADIÓS 2016, BIENVENIDO 2017.

Escribo la última entrada del año para desearos a todos un feliz 2017, que os traiga la fuerza necesaria para cambiar cada día aquello que no nos gusta y poco a poco ir cumpliendo objetivos, y dejarse sorprender.

En otras ocasiones he elaborado una lista de objetivos, pero a este 2017 sólo le pido que me soprenda, gratamente, por supuesto. Mi único objetivo es cuidarme, mimarme, quererme y buscar tiempo para hacer lo que me gusta. De hecho, me habría encantado que me tocase la lotería, pero no para ganar dinero, sino para invertir ese dinero en tiempo, que es lo que quiero, para viajar, leer, pasear, coser, cocinar, crear, divertirme.

Hoy estoy algo espesa, mentalmente hablando, y las palabras no fluyen todo lo bien que quisiera, pero tres años después de haber creado este humilde espacio sólo quiero agradecer a quienes estáis al otro lado vuestras palabras de ánimo y consuelo, que en ciertas ocasiones han sido las únicas (por haber ocultado muchas de las cosas que aquí cuento a quienes tengo más cerca, aunque poco a poco he ido y voy "saliendo del armario"). A través de esta bitácora he conocido a personas estupendas con intereses similares o a veces bastante dispares, pero que me han enriquecido. A algunas de estas personas les he puesto cara, a otras estoy segura de que se la pondré.

Ahora me escapo unos días de todo para recibir el año sin redes, sin prisas, sin agobios, desconectando. Nos vemos a la vuelta.






domingo, 18 de diciembre de 2016

INCENDIOS Y NURIA ESPERT.


La primera obra de teatro a la que fui fue un monólgo de Nuria Espert llamado Maquillaje, yo estaba en el instituto y nos llevó mi profe de Literatura, a quien recuerdo con mucho cariño. Fue en el Lope de Vega, en Sevilla, y me gustó muchísimo.

Dicho esto, cuando en septiembre leí el no-post que publicara mi amiga Eva en su blog, supe que tenía que ver esta obra, pero a Madrid ya no podía escaparme. Así que un poco más tarde, cuando un compi del insti me dijo que venía al Cervantes (en Málaga) no lo dudé y me hice con las entradas.

Fuimos a verla el sábado pasado, lleno absoluto por cierto. La obra nos dejó sin palabras, a mí y a los compañeros con los que fui, al salir del teatro e irnos a cenar y a tomar una copa no podíamos hablar de otra cosa, pero es que una semana después seguimos pensando en ella. No voy a contar mucho, porque es mejor ir, como yo digo, virgen a verla, es decir, sin saber el argumento, aunque aún sabiéndolo no dejaría de sorprendernos.

Así a grandes rasgos, la obra, dirigida por Mario Gas y basada en la obra de Wajdi Mouawad trata sobre el dama de la guerra, de los regugiados, la crueldad, el desamparo. Y hay un antes y un después de verla.

El texto me parece brutal, la actuación de la Espert va a la par, pero el resto de actores tampoco se queda atrás. Siendo Ramón Barea y Edu Soto los que más me han asombrado. Las reacciones de la gente en el teatro me sorprendieron gratamente, iban desde la sopresa al silencio absoluto, por no hablar de la gran ovación final.

El montaje audiovisual de la obra, junto a escenas que se entremezclan y suceden a la vez en un mismo escenario, que podríamos definir como austero o incluso minimalista, y los saltos entre el pasado y el presente me han parecido el contexto perfecto para representar esta historia.

Dice mi compañera que ésta es una obra que te cambia, a mí por el momento me ha vuelto a despertar el gusanillo por el teatro, así que además de sacarme una tarjeta para obtener descuento en las entradas, ya tengo también las de la próxima función (Invencible, con Maribel Verdú).


miércoles, 14 de diciembre de 2016

TIRAR LA TOALLA


Cansada de vivir en modo experto
Quienes me conocen saben que no soy persona de rendirse (iba a poner fácilmente,pero realmente me cuesta rendirme), tampoco soy una quejica, y no quisiera parecerlo con esta entrada, que tanto me va a costar escribir pero que necesito parir.

Para poneros en antecedentes yo nací con espina bífida, siendo operada de mielomelingocele con seis meses de edad, fue en ese mismo momento cuando empecé a hablar, dije mamá por primera vez entrando al quirófano, y desde entonces no he parado. Lo sé porque mi abuela Salud me lo contó muchas veces, orgullosa de mi proeza y quejándose de que nadie la creía cuando ella dijo, "la niña ha hablado". A priori podría parecer que mi infancia o mi adolescencia hayan sido etapas complicadas, pero gracias a mi empeño, al de mis padres (que siempre lo hicieron estupendamente) y a la ayuda de doctores, fisios y de la rehabilitación, esto nunca me supuso un grave problema, eso sí, hasta los 18 años, llevaba unos zapatos horrendos con un alza de 3 cm, pero jamás tuve complejo (ahora tengo otros, cuando ya no tengo edad de tenerlos). Siempre hice educación física, en el cole y en el insti, formé parte del equipo de voleybal de mi cole, jugué a badmiton, a tenís y hasta a baloncesto (sí, con mi estatura), corrí, salté vallas, hice salto en altura, saltaba al potro, cuando muchas de mis compañeras no hacían "gimnasia" porque tenían la regla o les dolía un dedo. Con esto no quiero alardear, simplemente contar que nunca quise un trato de favor o privilegio por mi discapacidad. Crecí sana, feliz y sin complejos, con una hiperlordosis bastante acusada, y un columna con una escoliosis importante. Nunca me quejé de esto porque por suerte no lo sufro con dolores y he llevado siempre una vida normal.

Y dando un salto en el tiempo volvemos a hace algo más de 4 años, cuando decidí que quería ser madre. Lo primero que hice no fue a ir un ginecólogo, como sería de esperar, sino que visité al traumatólogo aportándole además radiografías recientes (yo tengo un book, como las modelos, pero de placas de rayos x), para consultarle si la maternidad podría serme perjudicial o si podría ser una dificultad para el bebé que gestase. Enseguida me sacó de dudas y me dijo que no, sólo me advirtió de que en mi caso la espalda me podría doler más que a otras embarazadas o que mi hiperlordosis se acentuaría, pero no más que en otros casos. Así que a partir de aquí sí que dejamos de poner medios y pedí cita, esta vez, con el ginecólogo.

Ahora me sorprende verme escribiendo esto, porque yo antes de ese momento nunca había soñado con ser madre, tener hijos, casarme o formar una familia. Quiero explicarlo sin que se me malentienda. A ver, cuando otras niñas soñaban con vestirse de blanco, encontrar a su príncipe, o ser princesas, yo soñaba con viajar, con irme de voluntaria a un país remoto, con hacer algo importante, escribir un libro, trabajar en algo que me gustase, quería ser correponsal de guerra (recuerdo los discursos de mi abuelo diciéndome que eso no era para mujeres). Es más, entrada en la treintena, tampoco se había despertado en mí ese instinto maternal del que tanto me habían advertido. Lo que sí es cierto es que cuando llegó lo hizo intesamente y lo hizo para quedarse. Y ahora tengo un problema, y es que en los útlimos cuantro años yo he imaginado mi vida en torno a la familia que quiero formar, la mía. Sí, ya sé que el costillo y yo también lo somos, sin niño de por medio, pero yo sueño con una familia de uno más (porque a esta alturas ya no me atrevo a más).

¿Y en qué punto me encuentro?

Hace días que he querido escribir estas palabras, sacar esto de dentro, pero no me salía, a pesar de necesitarlo mucho. En julio os conté en este post que me había sometido a una FIV, de la que sólo nos quedó un embrión que criogenizamos. En septiembre me sometí a la extirpación de mi trompa izquierda en la que tenía el hidrosalpinx. Y a finales de octubre, en mi visita para la revisión el doctor nos planteó hacer la transferencia de ese embrión. Nos cogió un poco por sopresa, porque la idea inicial era programar las relaciones e intentarlo por el método divertido durantes seis meses. Pero nos dijeron que era buen momento, que todo estaba como tenía que estar y que el embrión era bueno. Sin pensarlo demasiado y confiando en el criterio médico nos lanzamos a ello. Lo que ha venido después han sido algunas visitas a la clínica (de ida y vuelta en el día) y estar hormonada hasta las trancas (resumiendo), han sido días muy difíciles, aunque los llevé bastante bien y con mucha ilusión. El pasado 21 de noviembre pasé por quirófano para la transferencia, vimos el hermoso embrión de 15 células que me transfirieron, y el pasado viernes 2 me hice la beta (la prueba en sangre) con resultado negativo.

Así que vuelvo a estar en la casilla de salida, con una troma menos, un año más, una cuenta corriente en apuros y una desilusión tremenda, y pensando en tirar la toalla. Todo esto ha sido muy duro, física y emocionalmente, lo hemos llevado en soledad y sin que nadie estuviese al tanto (salvo unos buenos amigos cuya ayuda ha sido muy valiosa). El viernes me hice la prueba por la mañana, al salir del insti y tuve que esperar a por la tarde (casi a las 20 h) para recibir la noticia vía whatsapp. En ese momento me vine muy abajo, sentí rabia, impotencia y una infinita tristeza, y al mismo tiempo (qué contradictorio el ser humano) alivio, porque dejaba las hormonas que me estaban pasando factura, y dejaba de vivir la incertidumbre para tener la certeza de que no estaba embarazada. Tenía planes para el día siguiente, hechos con bastante antelación, y me planteé cancelarlos, pero no lo hice. Esta vez tengo claro que no me voy a hundir con cada negativo o pérdida, que la vida no se para ni espera por mí y tengo, tenemos, que salir adelante.

De todas las experiencias se aprende algo, y yo he aprendido que cada uno tiene sus propios límites. Nosotros esto ya lo habíamos hablado, y realmente hasta me pregunto por qué me sometí a la FIV, porque mi problema nunca fue embarazarme, sino llevar a término un embarazo, también me planteo por qué no seguí nunca el tratamiento de la inmunóloga (salvo la primera semana), pero ahora no es momento de volver atrás, sino de mirar para adelante. Nos hemos perdido muchas cosas en este tiempo. Todo esto ha afectado, aún sin pretenderlo, a mi carácter, me ha alejado de muchos momentos y de alguna gente, y no quiero convertirme en quien no soy. Así que no sé si a esto se le puede o no llamar tirar la toalla. De momento tengo una cita pendiente en la clínica de Reproducción en la que me dirán qué ha podido fallar y cuáles son mis posiblidades y opciones. No me voy a someter a otra FIV, eso lo tengo bastante claro. No voy a poner medios, me refiero a anticonceptivos, y si viene de forma natural y sin forzar nada (hablo de relaciones programadas) bienvenido será, y si no, pues tendré que aceptar que esta vez las cosas no son como yo quiero, y que la naturaleza, el destino, o vaya usted a saber, tienen sus propias reglas.

Admiro a quien es capaz de someterse una y otra vez a estos tratamientos, a quien tiene la fuerza necesaria para pasar por 8 abortos y seguir intentándolo, pero también admiro a quienes saben decir hasta aquí y parar a tiempo, y esa es mi decisión. No ha sido fácil, y cada día vuelvo a darle una vuelta de tuerca, pero el desgaste es tremendo después de 4 años de intentos, de 3 abortos, pruebas y más pruebas, una transferencia fallida, dos intervenciones quirúrgicas...y la pareja también se resiente. Ahora sólo quiero recuperar mi vida tal como era antes de esto (aunque sé que no es fácil) y conseguir que mi relación de pareja vuelva a ser como antes.

Gracias a quienes habéis tenido la santa paciencia de llegar hasta aquí.

Gracias también a mis compañeras del foro de la clínica porque han sido mi sostén y mi apoyo, y porque sólo quien ha pasado por esto entiende cómo me puedo sentir. Y si alguna me lee, sólo quiero mandarle mucho ánimo, porque esta es mi historia, pero no tiene porque ser la suya.

Una vez mi amiga Diana me dijo que quería pensar que ser buena persona tenía recompensa, me gustó mucho esa frase y ha resonado mucho en mi cabeza, pero ahora sé que no es cierto, porque me considero buena persona, y el costillo es una de las personas más generosas y buenas que conozco, pero va a ser que no, que esto no tiene premio.

Hoy han nacido los bebés de unos buenos amigos, me he despertado con esa noticia, y me alegro mucho por ellos, porque también ha sido por R.A. y por las dificultades  y la incertidumbre que han pasado en los últimos días, pero al mismo tiempo he llorado, al leer el mensaje he pensado que tal vez yo nunca vaya a vivir ese momento.

jueves, 8 de diciembre de 2016

AU REVOIR NOVIEMBRE

Noviembre no ha sido el mejor mes del año, empezó complicado y termina igual, lo bueno es eso, que termina. Aún así, también ha tenido cosas buenas, y son éstas:

- La escapada que hicimos de fin de semana a Úbeda y Baeza, ciudades preciosas, ambas Patrimonio de la Humanidad, y que yo no visitaba desde el 98 y el costillo no conocía. Fue pasado por agua, pero perfecto. El hotel Álvaro de Torres fue el refugio ideal, y la visita más entrañable fue la que hicimos con Natalio Rivas Sabater, que nos mostró su casa (el Palacio Vela de los Cobos) con un entusiasmo y un cariño que no olvidaremos.


- La visita a mi pueblo, donde disfruté de mis sobris. Su cariño me cura de todos los males.

- Hacerme con las entradas para ver a Nuria Espert con Incendios en el Cervantes (Málaga).


- La cenita que organizamos en casa con mi compi Eva y su familia. Hemos tardado en concretarlo, pero fue estupendo.

Diciembre empezó reguleras, pero sé que seré capaz de enderezarlo. ¿Y para vosotros, qué tal ha ido noviembre? ¿Cómo se plantea diciembre?