sábado, 26 de septiembre de 2015

VACACIONES DE VERANO VIII : LA VUELTA

Saco al fin un poco de tiempo en este intenso mes de septiembre para poner fin a nuestro periplo veraniego, que a este paso me veía empalmándolas con las de navidad.

Tras entrar en España por Portbou, en una ruta inversa a la que no hace tanto tiempo hacían los exiliados que dejaban nuestro país, nuestro primer destino sería Gerona. Yo no conocía esta ciudad que me ha enamorado, y a la que seguro que volveremos para conocerla más a fondo. Me ha parecido una ciudad preciosa y con mucho encanto, y sin embargo todo el mundo me ha dicho siempre que tenía que conocer Barcelona, pero nadie me había vendido las maravilla de su vecina Gerona.

Girona me enamora.
Pasear por sus calles es ya en sí mismo todo un planazo, nosotros además de pasear por La Rambla y por las calles de la judería (call jueu), visitamos los mallamados Baños Árabes, porque son en realidad cristianos, y que me parecieron una joya. Son de estilo románico, construidos en 1194, bajo el mandato de Alfonso I, el Casto, y llamados árabes porque imitan la estructura de los del mundo musulmán.

La iglesia de Sant Feliu, primera catedral de la ciudad, ante de las construcción de la actual, Santa María de Gerona o Sant Pere de Galligants (antigua abadía benedictina) son edificios religiosos dignos de contemplar.

Por supuesto, no falto un beso en el culo de la leona, porque como dice que quien lo hace vueve a la ciudad, yo no quise arriesgarme, aunque hice trampa y besé el culillo de la leona que hay en la placa en la pared junto a la escultura, que no era plan con el vestido que llevaba y la gente que había esperando abajo para hacer lo mismo.

Besando el culo de la leona
Un paseo a orillas de su río, el Onyar, contemplando sus bellas casas de colores, el Puente de Piedra, el de la Princesa o el Puente Eiffel, son tres de los once puentes que tiene esta ciudad que atravesamos. 

Entre desayunos y cenas, frecuentamos varios lugares, a destacar, un tartar de salmón y unos canelones estupendísimos que comimos en un bar de la Plaza de la Independencia, cuyo nombre no recuerdo.  Y por supuesto, y por recomendación de Remorada los magníficos helados de Rocambolesc. Probamos varios (es dificil resistirse), a cual más rico, aunque a mí me encantó especialmente el helado de manzana al horno, y como toppings los pistachos recubiertos de té matcha y las nubes violetas, aún salivo cual perro de Paulov mientras lo rememoro al escribirlo.

Helado de manzana al horno con peta zetas de chocolates, nube de violetas y pistachos recubiertos de té verde
Nos han quedado muchas cosas por ver, y ganas de conocer la provincia, el interior, pero volveremos, estoy segura. Por cierto no me extraña nada que la hayan elegido para rodar la

Nuestro próximo destino era Besalú, en la comarca de la Garrocha, en la provincia de Gerona. Ciudad medieval que tiene su origen en el castillo, en el siglo X. Es de los lugares que más me han gustado de este periplo nuestro, ya que me parece un lugar de cuento, por su arquitectura medieval, sus calles empedradas, y su magnífico emplazamiento natural. Mi costillo ya lo conocía y estaba loco por descubrírmelo y no se equivocó al pensar que me encantaría. Su puente sobre el río Fluviá, la judería, la sinagoga, o los baños (que en este caso encontramos cerrados, y no pudimos visitar). 

Sus calles y callejuelas adoquinadas, los arcos, escaleras y rincones que constituyen el conjunto histórico-artístico me parecen únicos,  y sobre todo me parece que han sabido mantener esa estructura y hacer frente al paso de los años y a los cambios urbanísticos que imagino habrá debido sufrir la ciudad. Es un lugar que mantiene su esencia. 
 
Entrada a Besalú

Ese día comeríamos de picnic y como nos encanta alajernos del mundanal ruido y buscar lugares recónditos y con encanto, tras un buen rato de coche a través de senderos nos plantamos (sin buscarlo)  junto al Santuario de Sant Ferriol, un "locus amoenus" magnífico para disfrutar de la sombra y de nuestros manjares.
 
Vistas desde nuestro paraje para el picnic

De Besalú emprenderíamos camino hacia Lérida, no sin antes disfrutar de otros lugares preciosos que encontraríamos por el camino, como Castellfollit de la Roca, para irnos despidiendo ya de esta comarca de la Garrocha que también nos hemos quedado con ganas de conocer más. Este pueblo es uno de los términos más pequeños de España, con una superficie de menos de 1 km2, y asentado sobre un promontorio de basalto. 
 
Castellfollit de la Roca


De Lérida, a pesar de que nos alojamos allí y la visitamos, tengo poco que comentar, principalmente porque no nos gustó.  Me pareció una ciudad fea (sí lo tengo que decir), con un casco histórico casi inexistente y bastante descuidado, y lo único destacable, que sería su antigua catedral, la Seu Vella, se contempla bellísima y majestuosa desde la distancia, pero conforme te vas acercando subiendo desde el centro de la ciudad, un edificio tipo mole (los juzgados) la van ocultando. Creo que permitir construir ahí semejante mamotreto dice muy poco sobre la preocupación por la conservación del patrimonio de una cuidad. De Lérida, la provincia, conozco el interior, la zona pirenaica, donde tuve la suerte de hacer un viaje en plan multiaventura con mis alumnos, y me encantó, pero lo que es la ciudad en sí no me ha gustado nada.
 
Alcorisa, en Teruel, comimos genial y conocimos a un lugareño encantador

Menos mal que Teruel también existe, y ese sería nuestro siguiente destino, y nos compensaría con creces el desencanto sufrido con la ciudad anterior.  Ciudad del amor (por los amantes), capital mundial del mudéjar y cuna de los dinosaurios, como ellos mismos anuncian en su Oficina de Turismo y en su página web. Es una ciudad preciosa, pequeña, pero con múltiples atractivos, que contrariamente a lo ocurrido con Lérida, los turolenses han sabido vender bastante bien. Como muestra de ello el negocio que tienen organizado en torno a los amantes, es una historia bonita a la que con un poco de marketing y ciertos reclamos han sabido sacar bastante provecho, lo cual me parece estupendo. (Aunque los precios por ver el sepulcro me parezcan uno poco exagerados, que eso es otro cantar). 

En Teruel nos dio tiempo a verlo todo, al menos, todo lo que queríamos, es una ciudad pequeña y muy manejable. Nos alojamos en el hotel Suite Camarena, que recomiendo, porque está bien ubicado (sin estar en el centro, queda a un paseo) y tiene una relación calidad precio excelente. Sólo el baño era más grande que algunas habitaciones de otros hoteles donde hemos estado alojados. 

Además de pasear por sus calles y plazas, nosotros visitamos la Catedral de Santa María de Mediavilla, el museo de arte sacro, la Torre de El Salvador y el Conjunto de los Amantes, que incluye el mausoleo, la iglesia de San Pedro, el ándito, el claustro y la Torre de San Pedro (esta última por cuestión de horarios y visitas guiadas no la pudimos visitar). Distintas casas modernistas están repartidas por el casco urbano de Teruel (como Casa Ferrán o el Torico). Y su famosa Plaza del Torico es el punto neurálgico de la ciudad, y fue el lugar que elegimos para desayunos y cena, pudiendo disfrutal del estupendo jamón de Teruel hasta en las ensaladas. 

El mudéjar turolense es Patrimonio de la Humanidad desde 1986, las torres más antiguas son las de San Pedro y de la Catedral, a las que siguen las de El Salvador y San Martín, todas ellas de una singular belleza. Y por último, y ya del siglo XX, neomudéjar por tanto, está la Escalinata, que se construyó para salvar el desnivel entre la estación de ferrocarril y el centro histórico. 
 
Catedral, Teruel

 
La importancia de Pierre Vedel (no Pierres)


Modernismo, en la plaza del Torico

Así que comprobamos que Teruel no sólo existe, sino que además es un lugar lleno de encanto. Aunque si hablamos de lugares con encanto, no puedo dejar atrás, Albarracín ,que es el lugar que más me ha gustado de todo este periplo nuestro. 

Se anuncia como uno de los pueblos más bonitos de España, y no le falta razón. Además la Fundación Santa María de Albarracín (verdadero nombre histórico del pueblo) hace una labor magnífica en lo que concierne a la conservación, restauración, divulgación y puesta en valor de su riqueza patrimonial. Y aunque me repito, esta vez sí, que el principal encanto de Albarracín está en callejear por todos sus rincones

Tras una cerrada curva a orillas del río Guadalaviar, y casi sin anunciarse, a unos 1200 metros de altitud, aparece imponente ante nosotros este maravilloso espectáculo de tonos aranjados. 

Nosotros dejamos el coche en la parte baja, a la entrada del pueblo, para empezar a ascender por una espinada escaleras que nos llevarían más tarde hasta la Plaza Mayor. Vimos la Catedral, aunque sin llegar a visitar su interior, paseamos en torno a la muralla, recorrimos miradores que nos ofrecían vístas de postal. La Casa Julianeta, junto a la casa azul de los Navarro de Arzuriaga, la calle Azagra  o la calleja del Postigo, así como el Palacio Episcopal son de los rincones más populares de este lugar. 

Como recomendación si decidís visitar tan bello pueblo, calzado cómodo y ganas de andar, y caminar sin una ruta preconcebida de antemano, porque os aseguro que os soprenderá a cada paso. 
 
Albarracín

 
Nacimiento del Tajo

Lo que queda de viaje os lo resumo brevemente, de Albarracín iríamos a Cuenca, que como ya la conocíamos suponía una etapa en plan tranquilo para poco más que pernoctar y reponer fuerzas. Recomendaciones:  nosotros repetiemos con el Hotel Exe Cuenca, precio excelente, desayuno buffet estupendo (ambas cosas, es decir alojamiento y desayuno no llegaron ni a 40 euros), cuatro estrellas, climatización, habitaciones amplias y confortables y personal amabilísimo. Y para tapear o cenar nada mejor que el Mangana, en la Plaza Mayor, ponen tapas ricas con a bebida, y las tapas o raciones que pidas, cuidado porque son tamaño XXL. Nosotro nos reímos mucho, porque íbamos sin hambre y acabamos con una superhamburguesa tamañao XXL que mi costillo no puedo terminar (y eso es raro), yo con un montado de calamares que resultó ser un bocata enorme, y para colmo esta vez no queríamos irnos sin probar los zarajos (bocado exquisito donde los haya, y eso que yo soy poco amiga de la casquería), así que unos zarajos, junto a las tapas gratis con la bebida. El precio de risa, o creo que gastáramos ni 14 euros. Un serivicio rápido, atento y amable, además de un matriarcado. 
 
Las hamburguesas del Mangana
Pensábamos que de Cuenca nos vendríamos para casa, en Estepona, pero decidimos improvisar, llamamos a nuestra amiga Mercedes e hicimos una etapa más, parando en Granada, concretamente en Ventas de Huelma, para tomarnos un respiro con Merche y su madre a quienes teníamos muchas ganas de ver, y al día siguiente, vuelta a casa, quedándome además aún algo más de un mes para seguir disfrutando de las vacaciones y pequeñas escapadas, aunque he de decir que parece que fue ayer, y se ha pasado volando. 

Sin más, estas han sido parte de nuestras vacaciones de verano. Algo que improvisamos poco antes de salir pero cuyo resultado fue esta "tournée" tan estupenda. 

Son unas crónicas que a modo de cuaderno de viaje me permitirán recordar estas vacaciones, quizás no esté todo, y me olvide de partes agradables que no tienen cabida aquí, sino quiero convertirlo en una historia interminable. Hemos hecho picnis en parajes estupendos, nos hemos bañado o refrescado nuestros pobres pies en ríos helados, descansado a la sombra de árboles preciosos, y sobre todo hemos disfrutado muchísimo. Ahora toca esperar hasta las siguientes, pero seguro que el curso y la rutina también nos deparan momentos estupendos, y tiempo para escapadas menores.

Gracias a quienes habéis tenido la paciencia de acompañarme hasta aquí.


 
 


miércoles, 9 de septiembre de 2015

VACACIONES DE VERANO VII

Seguimos con las crónicas viajeras, que ahora que vuelvo a las aulas es una manera de seguir disfrutando un poco, aunque sea con el recuerdo el relato de este viaje.

Dejamos Toulouse para partir rumbo a Carcassonne, una ciudad que sobre todo mi costillo estaba deseando conocer, pero que a mí también me encantó, y no nos decepcionó en absoluto, salvo por un aspecto que os cuento luego. El hotel que elegimos fue una maravilla, abrías la ventana y teníamos unas vistas magníficas, se llama La Rapière que se encuentra situado a unos 150 metros de la cité o ciudal medieval, en unos minutos estábamos a la entrada. Siendo además un sitio, el hotel, tranquilo y acogedor, y con climatización, cosa bastante de agradecer con esas temperaturas que sufrimos. No tienen página web pero podéis mirar el hotel en cualquier buscador. Dos cosas que no me gustaron del establecimiento: la primera que la puerta de entrada, que está pegada a un parking y un parque está abierta siempre, 24 horas, pero no hay nadie allí, es para que los huéspedes no necesitemos llave ni tarjeta para entrar, y te lo explican así, tan alegremente, pero a mí me provoca una inseguridad tremenda, porque puedo entrar yo y cualquiera que lo intente. Y luego la distribución un tanto extraña del cuarto de baño, distribuido en dos estancias distintas, una para el váter y otra con la ducha y el lavabo (como ya había visto alguna vez en algunas casas de Francia).

Carcassonne es famosa principalmente por su ciudadela o recinto medieval amurallado, que aunque muy restaurado (por Viollet-le-Duc) sigue siendo una pasada, nosotros que somos asiduos visitantes de castillos, fortalezas, y otros recintos amurallados (mi costillo es el señor de los castillos II) quedamos gratamente sorprendidos, es como volver a la Edad Media, salvo por un detalle, para mí nada insignificante, y es que una vez que traspasas el umbral de una de sus puertas te sientes en un parque temático, por la cantidad de tiendas, de reclamos para venderte, para que comas, los folletos, el trenecito y demás, que desde mi punto de vista le resta gran parte del encanto. Claro que es la atracción principal de una ciudad como ésta, y también que igual si no fuera así habría muchos turistas que ni la visitarían. Aún así, es fácil perderse y dejar atrás el bullicio para encontrar rincones solitarios por los que pasear, sobre todo si lo haces en días de calor como el que nos tocó y a las cuatro de la tarde, que sólo encontrábamos cuatro locos como nosotros.

Vistas desde la habitación
El resto de la ciudad, lo que no es el recinto amurallado también tiene su encanto, para la cena nosotros decidimos buscar un restaurante alejado de la algarabía y la marabunta de turistas y lo conseguimos, cenando además más que bien por un precio de risa (para ser Francia, claro). El Puente Viejo sobre el río Aude es una maravilla, y pasear por él al atardecer es precioso, disfrutando además de unas vistas increibles de la ciudadela. Lo cruzamos para ir al centro de la ciudad (de la nueva) y encontrar el restaurante donde disfrutamos de la cena.
Carcassonne desde el Puente Viejo.

El canal de Midi a su paso por esta ciudad es también de una belleza tremenda, que nos permite disfrutar de un patrimonio natural muy cuidado. Me encantó pasear por allí y ver a las familias alojadas en barco, cenando en cubierta al atardecer, qué placer.

Volviendo al tema cena, partió de mí lo de buscar algo alejado de tanto turista, miré recomendaciones en internet, pero los lugares más recomendados estaban cerrados, y otro de los que buscamos no lo encontramos, por más que preguntamos, cuando nos vinieron a indicar bien dónde quedaba se nos hacía tarde y estaba en la quinta puñeta. Así que ante la impaciencia de mi costillo por esa diferencia con nuestra hora de cenar y que luego no íbamos a encontrar donde ir nos decidimos por uno que vimos en nuestro paseo y que era el restaurante de un hotel junto a la estación de tren (por tanto tenía un horario más amplio), concretamente en Le Bistro d'Augustin, que pertenece al Hotel Terminus. Un lugar un tanto retro pero con encanto, y comimos en exceso con una fórmula (menú) que en mi caso incluía una terrine deliciosa con ensalada, mejillones a la crema con patatas fritas (y a mí es que esta idea belga de los mejillones con patatas fritas a voluntad es que me pierde) y una crêpe con Nutella buenísima. Todo ello tamaño gigante, que recuerdo que mi costillo se pidió de primero una ensalada por aligerar, y era enorme, y además con bacon frito y mil cosas más, de todo, menos ligera, pero muy rica.

Atardecer desde el Puente Viejo
Sólo estuvimos un día en esta ciudad, de haber estado alguno más habría hecho un mini crucero por el canal, porque me pareció precioso. Para otra vez será. Dentro de la ciudadela, que es Patrimonio de la Humanidad hay muchas cosas que ver , como la basílica de St. Nazare donde tuvimos la suerte de disfrutar (sólo durante unos minutos) de un grupo de rusos o polacos (no lo recuerdo bien) que cantaban a capella y sonaba genial.

Hasta aquí nuestro paso por Carcassone, donde entre otras cosas compré una bolsa con lavanda que huele de maravilla para rellenar algunos adornitos costuriles que tengo en mente.

Al día siguiente nos esperaba Perpignan, ciudad elegida por mí que nos decepcionó bastante, anotada queda para no repetir. No sé si contaros mucho sobre ella, porque algunas cosas buenas tiene, entre ellas parques, el canal de Midi de nuevo, que creo que es la única parte cuidada de la ciudad, y para mí poco más, algún rinconcito escondido de la ciudad.

Perpignan estaba en nuestro itinerario y como parada por mi culpa, como historiadora que soy me atraía conocer algo de esa ciudad a la que durante la dictadura franquista en nuestro país escapaban los españolitos de entonces para ver películas que aquí estaban prohibidas. Luego, las páginas de turismo, y algún bloguerao de viajes, cuyo viaje habían patrocinado la ponían bastante bien, y francamente para mí fue un desencanto.

Como he dicho el Canal de Midi a su paso por allí es bien bonito y es una de las zonas bien cuidadas de esta ciudad. Por lo demás, me pareció una ciudad sucia, una ciudad de frontera, de esas como Vila Real de Santo Antonio en Portugal, donde la gente va para decir que ha estado en Portugal, o en este caso en Francia y comprar productos típicos de esos países. Para colmo fue el único destino de este viaje en el que no tuvimos suerte con el hotel. A través de Booking en este caso, reservé una noche en el mal llamado Hôtel L'eolienne, y digo mal llamado porque es una residencia de estudiantes de lo más cutre,sí, como dicen los comentarios de Booking las habitaciones tienen una decoración bonita (más o menos), pero apenas hay luz, no tiene aire acondicionado (y hacía un calor horrible) y la ventana enorme (que dejamos abierta) daba a un techo al que se podía saltar fácilmente desde cualquier habitación de nuestra planta, y francamente, el ambiente que había no era el más idóneo. El resultado fue que no dormí nada y la ventaja es que en cuanto amaneció nos largamos. La recepción del lugar brilla por su ausencia, en cuanto llegamos por allí la pareja que lo regentaba nos dio las llaves y desapareció. Las salas comunes, con máquinas de vending para desayunar un horror y un asco. En fin, nada recomendable, ahora entiendo por qué me cobraron de inmediato (sin avisar, al hacer la reserva) y sin derecho a devolución, cuando lo ves dan ganas de salir por patas. Para colmo de males está frente a un tanatorio, en los bajos tiene un supermercado Casino, cuesta encontrar por dónde se entra al "hotel" y el anunciado parking es un descampado junto al tanatorio y los aparcamientos del super. En fin, una delicia de sitio, del que yo me quise marchar, pero el costillo decidió que nos podíamos quedar esa noche, y así lo hicimos. Su ubicación tampoco es la más idónea, ya no por lejanía al centro sino por mala comunicación con el mismo, ya que es imposible volver en bus más allá de las 20 horas. Nada recomendable. Si pincháis en su web (totalmente desactualizada) cualquier parecido con la realidad es pura casualidad. Y los comentarios de Booking, me cuesta mucho creer las valoraciones o comentarios de la gente.

Lo único bueno de esta ciudad fue que de forma casual nos encontramos a una pareja que conocemos de hace años en Ciao y a los que conocemos por las RRSS y nos saludamos y fuimos a tomar algo juntos a un bar, fue algo muy especial y que no esperábamos en absoluto, y también descubrir una mercería mega grande que me encantó y en la que compré varias cosillas, entre ellas una tela preciosa que tengo destinada a un regalo para alguien.

Canal de Midi en Perpignan
Menos mal que nuesto destino siguiente era Collioure, un pueblecito marinero encantador al que estoy deseando volver en otro momento. Quizás conocido por ser donde murió el gran Antonio Machado y en cuyo cementerio reposan sus restos. Por supuesto visitamos su tumba, y me sentí un poco ñoña y al mismo tiempo una niña cuando lloré junto a su tumba, pero para mí Machado es mucho Machado, y leer las notas que la gente (y yo también) deja allí me pareció muy emotivo.

Además de esto, es un lugar pintoresco, con unas calles tan bonitas y pobladas de flores, con fachadas de colores, vistas preciosas, y su trocito de mar inmenso (aunque trocito e inmneso sean una contradición). Apenas llega a los 3000 habitantes, aunque los turistas poblamos sus calles, sin llegar a ser exagerado como en Carcassonne. Es ya un pueblo Mediterráneo y menos francés. Lo primero que vemos nada más llegar y dejar el coche es su playa, de grandes piedras y aguas heladas, pequeña, pero con unas vistas impresionantes, la Iglesia de Notre Dame des Anges de un lado y el Castillo Real del otro.

Un pueblo con una larga Historia, que se remonta a la época fenicia y con la que no os pienso aburrir.
Collioure 
Un detalle y una calle cualquiera de Collioure
Puerto, Collioure
Vistas
Me gustaron sus calles, su colorido, su gente, sus bares y tiendas y su ambiente, y quizás no tanto su clima tan húmedo, que unido al calor que hacía ese día era insoportable. Sólo pasamos la mañana en Collioure, desde nos dirigimos a comer a Banyuls-sur-Mer, lo hicimos al borde del mar en un sitio que nos encantó y donde comimos estupendamente y cuyo nombre no recuerdo. Después de comer me entraron unas ganas tremendas de bañarme allí, supongo que tras la calor que pasé en Collioure, así que me cambién en el aseo del bar y me sumergí en aquellas aguas heladas. Me encantó la experiencia, salvo por el pequeño detalle que era una playa de piedras de tal tamaño que resultaba muy difícil salir del agua, lo que hizo que fuera incluso divertido, viendo a adultos, jóvenes y niños, y a nosotros mismos intentar salir sin caer con movimientos a lo Chiquito de la Calzada.

Mi ansiado baño
Era nuesto último destino en el país vecino, aunque continuábamos nuestro periplo por la península Ibérica. Así que pasando por Cèrbere, nos dirigmos al puerto de Portbou, ya en España, haciendo la ruta inversa que hicieron muchos exilicados durante la guerra y la postguerra para salir de nuestro país. De hecho aún están en pie los puentos fronterizos, que hoy en día son un resto de una época pasada.
Cerbère
Nos dirigimos a Gerona, una ciudad que yo desconocía, y que el costillo decía que tenía que ver, y se lo agradecí porque me pareció bellísima, pero eso os lo cuento en una próxima entrega.

A este paso las crónicas viajeras me van a durar hasta el verano que viene, pero es lo que tiene la vuelta al cole, que me tiene más ocupada de lo normal.


martes, 1 de septiembre de 2015

LO MEJOR DE AGOSTO


Agosto se me ha pasado en un suspiro, quizás no haya sido un mes tan intenso como el de julio, pero sin duda ha estado lleno de buenos momentos y de relax, que buena falta me hacía. Y los mejores momentos o las mejores cosas han sido las siguientes:

- Dormir y reponer fuerzas, yo que durante el resto del año suelo dormir una media de 6 horas por noche, en agosto me he desquitado y como no tengo reloj interno de esos, he dormido a pierna suelta y como un bebé. (Sin pasarnos, porque tampoco he sido nunca de levantarme a las 11 ni a las 12).

- Ir a ver el Circo Mediterráneo en Estepona, una circo contemporáneo, sin animales, con un equipo de gente fabuloso, que se reune en verano para hacernos pasar tan buenos ratos, aunque el resto del año cada uno se lo monta por su cuenta. Fue una noche de risas, de sorpresas, genial. Desde entonces alohomora y maldad infinita forman parte de mi vocabulario.

Circo Mediterráneo
- Tener tiempo para coser y para leer. He hecho otra mochila, y tengo un bolso precioso a punto de terminar, y he leído cuatro libros y empezado un quinto. Los mejores, sin duda, han sido "Cixí la emperatriz" (siglo XIX y principos del XX en China y la mujer de cuya mano vinieron los principales cambios y la modernización, y quien la Historia, y los manuales al uso no le han hecho justicia), y "Secretos del Arenal" de Félix G. Modroño, que mira que era difícil superar "La ciudad de los ojos grises" pero lo hace. 

- Pasar una semana en mi pueblo con mis padres, al principio fue algo por motivos prácticos (un arreglo del coche, que en mi pueblo me costaba 1100 € menos que en Estepona, que se dice pronto, pero es una pasta y un ahorro), pero que fue todo un placer, pudiendo disfrutar de las comidas ricas de mi madre, de salir a cenar con ellos (cosa que no ocurre a menudo, porque de un tiempo a esta parte salen más bien poco), y de ir al teatro y poder ver una obra en un marco incomparable, el castillo de mi pueblo. Y esto me lleva al momento siguiente.
 
Teatro en mi pueblo

- Escaparnos a Sevilla y poder reunirme con mis mejores amigos, Laura, Jairo y Abel, compartir risas, cervecitas, charlas y hasta alguna pequeña siesta. Y es que estos momentos me cargan las pilas, aunque sólo puedan ocurrir dos o tres veces al año (entre otras cosas porque uno de ellos es profe en Alemania). De paso disfrutar de la "city" que tanto echo de menos y hacer algunas compras, costuriles en su mayor parte. 
 
Sevilla, las setas - Plaza de la Encarnación

- Llegar a casa tras una semana fuera y encontrar un paquete con regalitos varios en mi buzón de Diana, de Entre brochas y paletas, gracias, preciosa.

Regalitos que esperaban mi llegada en el buzón
- Disfrutar de un día de playa y chiringuito con mi compi y amiga Eva, sin más preocupación que la de charlar y ponernos al día entre baño y baño, tintos, pulpo y espetitos, y "repanchingás" todo el día en una tumbona. (Ese día, antes de salir de casa me partí el dedo pequeño del pie, cosa que supe al cabo de una semana porque soy tremendamente bruta, pero ese es otro asunto). Fue un momento especial, primero porque pude disfrutar de la compañía de mi amiga, y segundo, porque aunque vivo en la playa, y sólo tengo que salir del bloque y andar cinco minutos para bañarme en el mar, no es de las cosas que más suelo hacer en verano. Ahora es el momento en el que empiezo a disfrutar la playa, sin turistas (o con menos), sin achicharrarte y sin jaleo, eso sí, la arena seguirá ahí (es que tampoco me gusta). 

Así sí
- El turismo de cercanía o los placeres cercanos como yo lo llamo, y que no son más (ni menos) que disdrutar de uno baños y unos barros en la Hedionda, que básicamente son los restos de unos antiguos baños romanos, posteriormente balneario (hoy en ruinas) de aguas sulfurosas con muchas propiedades para la piel, cuenta la leyenda que Julio César se bañó allí tras la batalla de Munda y que fue así como se curo un herpes de la piel (según unas fuentes) o de sarna (según otras). Nosotros hemos pasado buenos ratos y nos hemos reído un montón, y además están en un entorno natural magnífico en la localidad vecina de Sabinillas. Comer "volaores", que son esos peces con alas que salen del agua y vuelan (como en "La vida de Pi"), que son un placer efímero, porque sólo están diponibles en agosto, ya que es ahora, cuando estos peces, en su ruta hacia otros lares pasan por aquí para cruzar el estrecho. Una vez pescados, las familias que viven del mar los preparan en salazón y son un verdadero manjar, con una buena cervecita fría. Salir de tapas con los amigos o disfrutar de los helados de mi heladería favorita, donde tienen un helado de cacao puro sin lactosa que está colmando mis caprichos sin provocarme malestares.También nos hemos escapado a Ronda y a Ubrique, y aunque ha sido también por motivos prácticos siempre es un placer visitar estos lugares. 

Aguas sulfurosas, la Hedionda
 - Otros manjares de los que hemos disfrutado han sido los higos recién cogidos de la higuera por mi padre (otro manjar efímero), las berenjenas caponata que he descubierto gracias a mi amiga María, pimientos asados con paciencia, tomatitos y calabacines ecológicos de huerto esteponero y la exquisita y facilísima tarta (o torta) de dulce de leche cuya receta cogí del blog de Chica Perika y que os animo a hacer (luego he hecho otras variantes que realiza mi hermana con el mismo resultado, estupendo). 


Manjares varios
 - Y no menos importante, aunque se me olvidaban, ha sido arreglar mi bici, que llevaba casi dos años sin utilizar por unas pequeñas reparaciones que necesitaba y arreglar al fin la habitación leonera-para todo-acumula trastos-habitación de invitados y convertirla en un estudio que ha quedado bastante bonito, tras pintarlo, reorganizarlo, tirar mis cosas y poner un sofá cama nuevo. Para empezar el curso organizados. 

Y esto es todo, ahora deseando que llegue el otoño, que es mi estación del año preferida, lástima que se hayan acabado las vacaciones, aunque es mejor verlo como un principio que como un final, y este curso estoy segura de que va a  estar cargado de cosas buenas, o así lo espero. 

Feliz rentrée a todos o Feliz Año Nuevo, porque para mí y muchos de los que me rodean es ahora cuando comienza.