domingo, 28 de septiembre de 2014

SÍ, QUIERO.

Identificación de los invitados.
 Sí, quiero. Quiero ir a más bodas como la del pasado fin de semana. Quienes me léeis o me conocéis sabréis lo poco que a mí me gusta ir a una boda, y que en la medida de lo posible intento escaparme (lo confieso) con cualquier excusa. Salvo que sea alguién muy íntimo o muy especial, detesto las BBC (bodas, bautizos y comuniones). Pero hace justo ahora una semana, asistía al enlace, y era testigo, cómplice y partícipe de una de las ceremonias más bonitas a las que he asistido nunca. Cuando mi amigo P. me lo comunicó (con bastante antelación) me hizo mucha ilusión que contara con nosotros (mi costillo y yo) para estar junto a ellos ese día. Parecía que tardaría en llegar el momento, pero pasó y fue algo verdaderamente hermoso.

La boda fue distinta y especial por varios motivos:

Agasajándonos desde la llegada.
Se celebró en un entorno incomparable, al aire libre,en un complejo de Casas Cuevas de un pueblo, Benalúa de Guadix, en pleno altiplano granadino, la belleza del paraje es extraordinaria, y esa tarde el cielo se tiñó de gala para acompañar tan esperado y celebrado momento. Cuevas la Granja, para más señas, un lugar al que pensamos volver, y desde aquí doy las gracias a Maribel y a quienes allí trabajan por contribuir a que nos sintiéramos en casa (y fijaos que no digo "como" en casa).

Un regalo de la naturaleza.
La de la derecha es la Casa Cueva que nos dio cobijo.
La boda estaba planteada como una convivencia de fin de semana entre amigos y familiares de los novios, nosotros llegamos el viernes a mediodía y nos volvimos (sin ganas) el domingo por la tarde. Otros invitados estaban allí desde el martes ayudando a la feliz pareja y hubo quienes se quedaron un día más. Esto dio lugar a encuentros estupendos, a muchas situaciones de complicidad y a algo que me gustó mucho, el trabajo cooperativo, echando una mano cada uno en lo que podía. A algunas personas ya las conocía, a otras las había visto alguna vez, y a la mayoría no las conocía de nada, pero me encantó pasar con ellos esos días y volver con la sensación de que habíamos sido como una gran familia, y que todos teníamos algo en común, a dos amigos maravillosos que no pueden por menos que rodearse de gente tan estupenda como ellos.

El espacio de la ceremonia.
Fue una ceremonia civil que primero fue oficiada (sin carácter legal) por un maestro de ceremonias, compañero y amigo de los novios, que hizo el evento aún más especial si cabe, contando con la colaboración de otros amigos que llevábamos escritas unas palabras que leímos durante el acto. Fue un momento muy bonito, porque hubo un poco de todo, cosas muy emotivas que nos soltaron la lágrima y otros entrañables en clave de humor que arrancaron la carcajada necesaria. Los propios novios también habían preparado un ritual muy bonito que consistía básicamente en guardar en un baúl, a modo de cápsula del tiempo, algunos detalles de ese momento tan especial. Lo abrirán dentro de diez años,  y lo único en que pienso es en seguir formando parte de sus vidas cuando eso ocurra (en realidad me encantaría estar presente cuando lo abráis).

El cofre.
El mirador donde colocaron el cofre.
Dejando mis deseos.
Cada detalle estaba cuidadísimo, desde la casa donde cada uno nos alojábamos, con detalles preciosos (el más bonito, un marco con una foto de los novios, un jarrón con flor, unos jabones monísimos en forma de ositos...), las mesas del banquete, la música, tanto de la ceremonia como del baile posterior (cosa que no me extraña dada la amplitud de la colección musical de O., el otro novio), la planificación de todas las actividades (desde cine de verano, visita cultural, paella...), el dossier que recibimos a nuestra llegada y que incluía el planning, información sobre desayunos, comidas y cenas en el restaurante del lugar, plano del pueblo y de "la aldea" de cuevas, el confetti en forma de ositos, los regalitos que recibimos por parte de los novios, la chapa identificativa que todos llevábamos con nuestro nombres, el cd con la BSO de la boda, y que por cierto llevo oyendo toda la semana, ¡me encanta!.

Caminito de velas.
¿En qué mesa estamos? Sigue el hilo.

Centro de mesa y mesa.
La decoración del lugar quedó de cuento, con unas 800 velitas (sí, sí, habéis leído bien) que los amigos encedimos para iluminarnes el camino en esta nueva andanza juntos, la carpa donde se celebró la cena, el rincón de fumadores (esa especie en extensión), la zona chillout, el photocall, los centros de mesa y las piedras preciosas (por el cariño puesto en ellas) que P. nos regaló a las chicas en forma de abalorios (collar y pendientes) y en forma de llaveros para ellos, los chicos.

Las joyas que nos regalaron, hechas de piedras de la playa.
Detalles y regalitos.

Más regalitos que trajimos a casa.
Podría seguir escribiendo largo tiempo, porque a pesar de que hace justo una semana, es difícil olvidarlo y perder el entusiasmo con el que lo vivimos todo, como puse en mi estado de facebook empecé el lunes arrastrando sueño pero contenta, tras un fin de semana extraordinario de boda con grandes cómplices y mejores personas. Y volví a casa con el entusiasmo de los niños que vuelven de un campamento ilusionados por haber hecho amigos nuevos. Gracias a los novios por haberme hecho partícipe y a los demás por haber conseguido que nos sintiéramos una gran familia.

Un refrigerio previo a la ceremonia.
Los postres, y esos ositos que les regalamos hace más de un año a los novios.
A los novios, que ahora se encuentran en París, desearles el mejor futuro juntos. Han dado un paso muy importante, no voy a decir que es el de comenzar una nueva vida juntos, porque eso ya lo hicieron hace algo más de siete años cuando se conocieron.

Confeti y velitas.
Iluminando el camino.
Recordad que “Hay un hilo rojo invisible que conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper", y yo me alegro de formar en cierto modo parte de esa madeja y de ese hilo rojo que en un primer momento me unió a P. (unidos frente a la adversidad) y más tarde a O., y que gracias a la celebración de vuestra unión me ha ligado también un poquitín a todas esas hebras rojas que forman parte del ovillo de vuestras vidas.

Os quiero.
 
Precioso tapiz realizado por uno de los novios.



¡Enhorabuena!


El texto que leí (sin mis añadidos)

* Aprovecho para dar las gracias a Valentina (Valedeoro) por colaborar en la preparación tan bonita y delicada del té que regalé a los novios para la pre-ceremonia, fue un detalle precioso. Gracias chicas Grinti.

La mayor parte de las fotos son mías, pero algunas las he cogido del grupo de whatsapp o facebook que compartimos, si a alguien le molesta que alguna de esas fotos esté aquí no tiene más que decírmelo y será retirada.


5 comentarios:

  1. A mi tampoco me gustan nada las BBC pero sí las que son como ésta, con la gente que quieres de verdad y llenas de pequeños detalles. Me ha encantado tu post.

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  2. Gracias por compartir una celebración tan especial, adoro ese toque de personalizar hasta el más mínimo detalle. Contagias la alegría de haber asistido y el cariño hacia la pareja.

    ¡Un besote!

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  3. Que pasada de boda, creo que es la mejor boda detallista que he visto y de la que he tenido noticias. Me recuerda a una boda reciente a la que asistí en Cazorla, en un paraje encantador y una boda para recordar

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  4. Hala, ya me he pegado el jartón de llorar leyendo esto. Tuvo que ser una boda genial, en buena compañía y además en plan colaborativo; con lo que me gustan a mí estas cosas. A este paso creo que no me casaré ni de coña, que ya no me aguanta nadie, pero si un día lo hago creo que organizaré algo parecido. Por cierto, seguro que dentro de diez años, cuando abran ese cofre, seguiréis formando parte de sus vidas. :-)

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  5. Qué cuqui todo, cuánto detalle! *-*

    (y me gusta tu vestido, jeje)

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