Ese día llegamos a Madrid, a tiempo de comer con nuestra amiga Cris (nuestra anfitriona, ya que nos dejó su casa para que la ocupásemos) en La Tapita, un bar de barrio en la zona de Cuatro Vientos, concretamente en Aviación Española esquina calle Flautas, que ya conocimos el año pasado, donde con cada bebida te ponen una tapa (estilo granaíno) y cuya especialidad es la oreja. Este día se limitó a conocer la nueva vivienda de Cris donde nos quedaríamos y por la tarde noche quedar con Eva y Esperanza, dos amigas a quienes tuvimos la suerte de desvirtualizar el verano pasado, pasamos juntos una agradable tarde en Taxi a Manhattan en calle de la Basílica (zona Nuevos Ministerios) resguardándonos del calor extremo y del aire caliente que asolaba los madriles esos días. Más tarde mi costillo y yo decidimos cenar en El Jardín Secreto, un lugar más que recomendable, en la zona (y en la calle) de Conde Duque, que Eva nos recomendó el año pasado. Comimos de maravilla, por un precio más que razonable, como apunte, sirven la cerveza casi helada (lo que se agradece mucho con estas calores) y tienen unas ensaladas muy variadas y ricas, y la decoración del local es una maravilla, así como la amabilidad y el trato de su personal.
No se lo contéis a nadie, pero en el Jardín Secreto hay unicornios. |
Después de un paseo bajo el tórrido sol madrileño por la tarde le tocó el turno al Museo Romántico, ya que el verano anterior sólo disfrutamos de su terraza y adquirimos alguna que otra publicación en su tienda. Primero comimos de menú en el café del propio museo, el Café del Jardín, que por sólo 12 € está bastante bien, y el sitio es muy acogedor y bastante tranquilo (otra buena idea para huir del calor). El museo nos sorprendió gratamente, porque aunque el Romanticismo no es el movimiento cultural y artístico que más me gusta, como historiadora, el estudio del complicado siglo XIX español me apasiona, y a este respecto es mucha información la que ofrece. No os voy a aburrir con todo lo que en él podéis encontrar, pero de verdad que merece una visita sí o sí.
Y lo mejor de ese día, aún estaba por llegar, porque al atardecer tuve la suerte de que Blanca, la Retalera, me ofreciera un pase "only for my eyes"(y algunos otros más, je je) de sus preciosas y divertidas telas, en su patio compartí risas, charla y merienda-cena con ella, Bego (Begobolas) y Ana Confeti (Confeti en los bolsillos) ¿Qué voy a decir? Que me encantó ponerles cara, verlas en 3 D, desvirtualizarlas, y que me hicieron sentir de maravilla, como si ya las conociera. Gracias a las tres, por vuestra compañía y por vuestros presentes (mi neceser monísimo de la muerte, unos posavasos que son primor y unos postres que devoré antes de poder sacarles una foto). Estoy deseando repetir, así que en otoño no descarto haceros una visita o ir a una edición del Mercado de motores para pasar otro rato tan divertido con vosotras.
Telas divinas de la Retalera y regalitos monísimos. |
El día siguiente, miércoles ya, nos limitamos a buscar un buen sitio donde desayunar (lo hicimos en un pequeño barecito frente al museo Reina Sofía) y visitar el Museo sólo para que mis ojos pudieran contemplar el Guernica, que tiene delito, siendo historiadora y profe además, que cada año en 4º de la ESO habla de ese cuadro a sus alumnos y hasta ahora no lo había visto. Una vez cumplido el objetivo pusimos rumbo al País Vasco, nuestro próximo destino.
Os lo cuento en breve.
Me va a gustar leer tus crónicas vacacionales, especialmente porque la de Madrid me la sabía un poquito y el resto lo he visto en IG, pero seguro que nos vas a contar cosas estupendas. Un abrazo, fue un placer veros y espero de corazón que nos volvamos a encontrar pronto.
ResponderEliminarYa verás que sí, en otoño pretendo volver
EliminarEl Guernica impresiona en persona, ¿verdad? Tan grande...
ResponderEliminarUn gustazo poder darte un abrazo y compartir un ratito contigo. Y que sean muchos más :)
Lo mismo digo, je je, y el Guernica sí que impresiona. Un beso
Eliminarhabía oído maravillas del patio del museo del romanticismo, pero hacía tanto calor que no me hizo tan feliz!
ResponderEliminarla tarde entre telas y azúcar debió ser maravillosa! *-*
EliminarEsta vez tampoco nosotros lo pisamos, preferimos el aire acondicionado de dentro.
La tarde esa fue estupenda ; )
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ResponderEliminarMe alegro de que te gustara el museo Sorolla, aunque ya contaba con que así sería. El museo del romanticismo a mí también me sorprendió la primera vez que lo visite porque, como a ti, esa época artística no es de las que más me gustan, pero el museo es bastante curioso y me gusta mucho. Me he quedado con ganas de saber más sobre tus impresiones del Guernica. ;-)
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