domingo, 1 de noviembre de 2015

CASI NEGRO

1 de noviembre: me levanto, no puedo dormir, a pesar de que ayer tomé un tranquilizante para poder descansar un poco. Me hago una infusión relajante, mientras se prepara salgo a la terraza y miro el mar, que otras veces consigue serenarme, pero hoy el viento fuerte provoca oleaje y desasosiego, ese mismo que a mí me está destrozando por dentro. Enciendo el iPad, entro en facebook como por inercia, aparece una foto, mis recuerdos de hace tres años, yo muy sonriente y arriba el nombre de una calle: Amargura (qué ironía), de un viaje hace tres años a Cáceres.

Quizás tocaría, como otras veces, hacer balance de octubre, tal como lo hice de septiembre, y os mentí. Sí, os mentí, u omití la verdad, porque lo mejor de septiembre fueron las dos rayitas rosas que una tarde de principios de mes tiñeron el test de embarazo. Nuestra reacción fue de alegría contenida, incertidumbre y miedo, aunque la ilusión pudo más. Al día siguiente estábamos en la consulta del ginecólogo porque había que empezar tratamiento: adiro, progesterona y femibión, y dado que empecé manchando un poco reposo relativo. A los pocos días, tras otro leve manchado, nos plantamos en urgencias, confirmaron que todo iba bien, me elevaron la dosis de progesterona y a casa, más reposo y empezando como estaba el curso, baja laboral. Como soy muy obediente y quería que esta vez todo marchase bien hice caso en todo, quizás demasiado, me decían.

Así fueron pasando los días, se acabó el manchado (que fue bastante ligero y nunca fue sangre), busqué una psicóloga que me ayudara a sobrellevar este miedo y angustia mejor, y la cosa marchaba. En la ecografía de las 7 semanas iba cagadita de miedo, pero salimos supercontentos con una fotito de nuestro bichillo, sus medidas y viendo como latía su aún pequeño corazón. "Está bien agarradito, todo está como debe estar, así que en un mes la próxima cita". Esto me angustió bastante, pero el ginecólogo me dijo, "ya sabes donde estoy, y tienes el teléfono también, si te angustias, tienes ansiedad, o te preocupa algo, ante lo más mínimo te vienes o me llamas", y además en dos semanas tenía que pasar por el mismo hospital a hacerme las analíticas del primer trimestre. Ese día ví al doctor, pero todo iba bien, no hizo falta decir nada.

Cada día más contentos e ilusionados, yo con mis miedos, porque después de perder dos embarazos son inevitables, pero repito, la ilusión fue siempre mayor que el miedo. La psicóloga me estaba siendo de mucha ayuda, incluso me ponía deberes que he cumplido, para distraerme, para no dar vueltas a la cabeza. Tuve mi última cita con ella el pasado jueves, antes de que el viernes tuviéramos la ecografía de las 12 semanas, al fin, aunque cumpliríamos 12 semanas justamente hoy. Y ni en la peor de mis pesadillas (que fueron muchas en los primeros días) podía anticipar o imaginar lo que pasaría.

Me tumbé en la camilla, me dijo "prepárate, te la hago primero por arriba y luego por abajo",  antes que te pesen. Así fue, con lo da arriba y abajo, se refería a abdominal y vaginal. Mi costillo estaba a mi lado en todo momento, yo estaba muy nerviosa, me apretaba fuerte la mano y me acariciaba. Cuando volvió el gine, puso el ecógrafo en mi barriga, yo no veía nada, creí que era fruto de que yo no sabía ver nada, expresé en voz alta que yo no veía nada, y el gine respondió "yo, tampoco", en ese momento me iba haciendo pequeñita en la camilla y me asusté, pero me dijo "espera, vamos a ver por abajo", y ahí entre su cara de desconcierto y que seguíamos sin ver nada, me quería morir. Buscamos y buscamos, y lo encontramos, se había parado, al parecer hacía alguna que otra semana (no lo sé con exactitud, porque todo fue muy rápido). La cara de desconcierto del médico, de la enfermera, de mi costillo, y yo que sólo quería bajar de la camilla, vestirme y llorar. Desde entonces y hasta hoy no he podido parar.

A todo esto siguió tramitar autorizaciones, unas pruebas de preoperatorio, ingreso y legrado terapeútico. Entré al quirófano dando botes, no era capaz de controlar mis piernas, a pesar de los tranquilizantes que me habían dado. Duró poco, 5 minutos, no me enteré de nada, anestesia general, de la que desperté muy pronto y aturdida, dada la hora, pasaría la noche (la peor de mi vida) en el hospital. Y ahora, aqui estamos, llegamos a casa ayer a mediodía, estamos destrozados, hechos polvo, y no hay consuelo que valga. Ahora mismo lo veo todo negro, sigo sin ser capaz de hablar con nadie, a pesar de que mis amigos más íntimos se han puesto en contacto conmigo, porque yo les avisé.

Nuestras familias y muchos amigos cercanos no saben nada, estábamos esperando esa eco de las 12 semanas para darles la noticia y enseñarles a nuestro bebé. Ninguno de los dos podía esperar un final como éste.

Yo tenía prevista una entrada muy diferente a ésta, para daros la noticia, la iba a escribir el viernes por la tarde. He ido escribiendo un diario cada día, le ponía música a mi bebé, que hacía semanas que se había ido.

Lamento esta entrada tan triste, pero ahora mismo es mi único desahogo, junto a mi costillo, que no sé si esta vez está incluso peor que yo.

Esto se hace muy difícil, me siento dando palos de ciego, y entre tanto hemos dejado de vivir. Hemos supeditado muchas cosas a esto, sin importarnos, porque el deseo de ser padres es grande. Pero entre medias hemos ido perdiendo muchas cosas. Hace mucho que no salimos, no vamos al cine, hemos cancelado viajes por si acaso, no hacemos senderismo y salidas al campo, y hemos decidido que necesitamos recuperar nuestra vida anterior, volver a ser una pareja con planes, con proyectos, mucho más allá de la maternidad/paternidad. No significa que abandonemos, aunque quizás la naturaleza (esa que dicen que es tan sabia) me esté dando avisos de que abandone esta lucha, no lo sé. Hace un año ahora que me operé del septo, que a priori, era el único obstáculo.

Ahora mismo no tengo consuelo, no soy creyente, la gente me dice que confíe en dios, pero entenderéis que no pueda, no quiero molestar a nadie con mis comentarios al respecto. La única confianza la deposito en la ciencia y en nosotros.

Creo que no os lo conté, pero en junio visitamos una clínica de fertilidad, y les llevamos todo el arsenal de pruebas que tenemos, me hicieron una revisión muy completa y exahustiva, y nos dijeron que estaba todo bien, y que logro embarazarme, que lo único por si no quería esperar podíamos hacer una fiv, pero el doctor me dijo que podía esperar unos meses, eso me dio seguridad, calma, tranquilidad, unido a las vacaciones, la relajación y que nos olvidamos de relaciones planificadas, y el milagro se produjo, pero la dicha me ha durado apenas 12 semanas.

Ayer la doctora que me practicó la intervención y me dio el alta me habló de algunas posibilidades, como tratamiento con heparina, pero digo yo, por qué no me lo han dicho antes, puestos a probar mejor desde el principio, o van a esperar a ofrecerme algo distinto en cada pérdida.

En fin, toca pasar el duelo, esta vez más doloroso que nunca, he tenido un aborto espontáneo, un aborto bioquímico y éste último, un aborto diferido, que es sin duda el peor de todos. Ahora mismo me parece que no voy a ser capaz de salir adelante, pero sé que al final todo acaba pasando, terminaré por tener un máster en eso que llaman resilencia. Ahora me veo incapaz de retomar mi vida laboral, de ver a mi familia, de hablar con mis amigos...sé que es muy reciente, aún no han pasado ni 48 horas, pero es el trago más difícil por el que haya pasado nunca.

Sumado a todo esto, sigo teniendo síntomas de embarazo que aún no se han ido de mi cuerpo, vientre hinchado, pechos doloridos y algo de náuseas, lo cual ayuda más bien poco. 

Quiero que termine este año, que ha sido nefasto, aunque bien sabéis que he intentado sacarle el lado positivo. Empezó con mi padre muy grave, estuve a punto de perderlo, y va terminando con este palo tan grande que me vuelve a dar la vida. Siento rabia, dolor, estoy enfadada con el mundo, pero sé que de ésta también saldré, o eso espero.

El balance 3 embarazos - 0 hijos me parece desgarrador.

Un abrazo y gracias a los que estáis al otro lado de la pantalla. Es la única forma de desahogo de la que soy capaz en este momento, aunque a veces lo pienso y me diga, cómo puedo colgar estas palabras en un espacio público y ser incapaz de hablar con mis amigos.







15 comentarios:

  1. No sé ni cómo empezar este comentario. Puedo escoger esas palabras y frases hechas que se suelen decir, pero no creo que te sirvan de nada, o de muy poco. Un abrazo muy fuerte y todo el mejor ánimo que puedas tener para pasar este trago tan amargo.

    ResponderEliminar
  2. Un abrazo muy, muy, muy fuerte y mucha fuerza para que pronto lleguen días mejores.

    ResponderEliminar
  3. A veces es más fácil expresar nuestros sentimientos a través de una pantalla, que se supone fría, que hacerlo con nuestros amigos más íntimos. Pero ya sabes, por experiencia, que de todo se sale aunque a veces no se vea la luz al final de un túnel que en ocasiones parece demasiado interminable. No creo que tenga sentido que añada mucho más, porque ahora cualquier palabra te parecerá vacía y sin sentido; pero recuerda lo que hablamos hace unos días por "guasal". Y sobre todo recuerda que aquí estoy/ estamos para lo que necesites... Muchos besos para los dos, especialmente para ti.

    ResponderEliminar
  4. Leerte me ha llenado de tristeza, Esther, aunque no puedo ni imaginar la tuya, te mando un abrazo muy fuerte, porque no son suficientes las palabras u.u

    ResponderEliminar
  5. Hola Esther:
    De casualidad acabo de dar con tu blog.
    No puedo decirte que sé cómo te sientes porque cada una lo llevamos a nuestra manera. Pero decirte que conozco ese dolor por la pérdida unido a la incertidumbre sobre el futuro. Seguro que te vendrá fenomenal hacer algunos planes para cambiar un poco el chip, como dices en el post. Y no hagas caso a la naturaleza, que no te está mandando ningún mensaje (la frase "la naturaleza es sabia" siempre me ha repateado bastante)
    Yo pasé por tres abortos en año y medio, dos fueron diferidos en el primer trimestre y uno una interrupción en el segundo porque el bebé era incompatible con la vida. Tres trozos de mi corazón se fueron con cada uno de ellos. También me hicieron todo tipo de pruebas y no salió nada (salvo que tengo el útero arcuato, que, en cualquier caso, no tiene solución). En el cuarto embarazo, un poco por "probar a ver..." me pautaron adiro 100. Después de muchos miedos y neuras nacieron mis mellizos que tienen ahora 3 años. Aún nos volvimos a lanzar a la piscina y tengo otro bebé de 4 meses.
    Cuando alguien dice que el embarazo no es una enfermedad pienso "bendita inocencia", qué suerte... Para nosotras siempre será algo casi patológico... Pero al final se aprende a dominar el miedo, a contener la respiración en cada ecografía y dejarte llevar y esperar que esta sí, sea la buena...
    Los ginecólogos, salvo que se hayan especializado en la materia, por lo general andan bastante perdidos con los abortos de repetición y te dicen que ha sido mala suerte...
    Te deseo mucha suerte, y para este duelo que estás viviendo ahora, mucha fuerza.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bendita casualidad que te trajo a mi blog, porque ahora mismo lo único que me da esperanzas son historias con final feliz (a pesar del sufrimiento) como la tuya. Pasaré a leerte, en cuanto me encuentre con más fuerza para ver cómo ha sido tu experiencia. Mil gracias por revivir esos recuerdos amargos para dejarme tu testimonio esperanzador. Un abrazo.

      Eliminar
  6. Gracias a todas por vuestros comentarios de ánimo y apoyo, por aquí y por privado. Son un gran alivio para tanto dolor.

    ResponderEliminar
  7. Ay, maja, qué tristeza. Lo siento muchísimo. No hagas caso a nada de lo que te diga la gente. Escucha a tu corazón y a tu cuerpo. Te mando mucha fuerza y valor. Yo estaría hecha polvo también :(
    Un abrazo enorme

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias bonita, aún me cuesta hasta creerlo. Un abrazo.

      Eliminar
  8. Hola Esther: Llevo un tiempo leyendo tu blog y hoy me he decidido a escribirte. Comprendo por lo que estás pasando porque yo también lo he pasado. Me siento muy identificada contigo pues, por desgracia, tengo una experiencia muy similar a la tuya. He tenido dos abortos diferidos y hace 5 meses me operaron de útero septo...solo quería decirte que no estás sola, que tienes a tu chico, y que saldrás de esta. También animarte a que sigas en la lucha y que no te rindas. Yo también pienso que algún día lo lograremos!! Un beso enorme y mucha fuerza!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias María, reconforta muchísimo entrar en este espacio y leer comentarios como el tuyo, de personas que no te conocen pero se animan a dejarte unas palabras de aliento y contarte su historia. Aunque ahora yo lo veo todo muy negro, también confío en que llegará nuestro momento. Un abrazo enorme, y de nuevo, gracias.

      Eliminar
  9. Lo siento mucho. Lo que has escrito es exactamente lo que me pasó a mi con el primero. Tampoco soy creyente pero créeme cuando te digo que no es Dios quien cura o no estas heridas. Es el tiempo. Y curación tampoco es la palabra. Para mi es más exacto decir que cicatriza porque el dolor de la pérdida siempre queda ahí.

    También te digo que lo conseguirás. Plantéate lo de la heparina. Una compañera de trabajo, después de 5 (cinco, madre mía!) pérdidas es lo que ha hecho y acaba de ser madre de su segundo bebé. No es un camino de rosas (pinchazos diarios) y la incertidumbre de si será o no eso (porque a ella tampoco lograron diagnosticarle nada...) pero J. está aquí desde hace 20 días.

    Ahora toca reponerse, darte tiempo. Yo tuve que ir a la psicóloga después de la pérdida. No lo dejes si tienes la oportunidad, en serio. Como te digo el dolor nadie lo puede eliminar, con ninguna palabra.... pero hay que elaborar el duelo.

    Un abrazo muy fuerte y permítete enojarte con el mundo para echar la rabia fuera. Nadie merece pasar por este trance.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por pasarte por aquí y dejarme estas palabras y estas experiencias, que en estos momentos son de las pocas cosas que me reconfortan. Un abrazo grande para ti también.

      Eliminar
  10. Esther... Qué voy a decirte, que lo siento de corazón, que leerte me ha removido por dentro y saber mas o menos lo que estás pasando me dice que no hay palabras. Pero quiero dejarte aquí un abrazo compañera, mandarte fuerza...



    ResponderEliminar

Cuéntame